viernes, 27 de noviembre de 2009

4 de noviembre de 2009. 08:35 horas

Ya estoy preparado. Quizás debiera poner que estoy listo, porque preparado no estoy para lo que se nos avecina. Pachuco está afeitándose. No, no se está quitando la perilla. Está “cortándose” el pelo.

Hasta ahora, no había pensado detenidamente en ello, pero lo primero que tenemos que hacer es deshacernos de, al menos, una persona. Deshacernos es un eufemismo, en mi cabeza tengo claro que lo que tenemos que hacer es volverlo a matar. Pero, ¿cómo se mata a alguien? ¿Será rápido? ¿Estaremos ahí diez minutos dándole golpes? ¿Con uno será suficiente? ¿Se defenderá? En la teoría todo parece más sencillo. En las películas, Steven Seagal rompe brazos como el que rompe un trozo de pan, pero no me creo que yo que se a tan fácil eso. Por muchas artes marciales de esas sepas.

Creo que esta es mi última entrada en este blog, suponiendo que allí no haya un ordenador desde donde pueda conectarme. Siempre puedo seguir contando la experiencia de vivir en un mundo que se ha ido a la mierda, o eso creo. No sabemos cuánta gente ha sobrevivido. Creemos que poca, porque hace días que no echan nada en la tele. Solo funciona el apartado de “videoclub” de ONO. La radio no coge ninguna emisora.

El libro este de marras dice que necesitamos una radio de onda corta. Claro, yo preferiría tener un helicóptero y saber pilotarlo, pero no va a ser así. Ese libro dice unas cosas nada reales. A ver, de dónde vamos a sacar una recortada, o una motosierra. Vivo en una ciudad, no hay apenas árboles, además, si quiero madera, pues voy a una carpintería. Además, para qué quiero ir yo a una carpintería, si puedo comprarme el mueble en la tienda. No necesito una motosierra. Bueno, y lo de la recortada, o la escopeta, ni hablamos. Si quiero carne, no necesito una escopeta para ir a cazar ciervos al campo. Aun así, nos llevamos el libro, que nunca se sabe.

A parte del agua y la ropa de abrigo, llevamos las cuatro latas de conservas que nos han sobrado. También, nos hemos hecho unos bocadillos de queso. No había otra cosa. Pan duro y queso. Y cuando digo duro, es duro. No hay otra cosa. Hace días que dejó de ser comible, pero bueno, si se moja un poco, se podría comer. Algo de energía apartará en caso de necesitarla. Ya se que para una hora de viaje, todo esto no es necesario, pero prefiero ser previsor. No sabemos qué habrá ahí fuera.

Voy a mirar en Internet a ver qué pasa en el mundo.

Todo sigue igual. Al final se va el mundo a la mierda y jamás sabremos el resultado de la trama Gürtel. Por lo menos no habrá otra reforma laboral. Al menos, no una en la que salgamos perjudicados los de siempre. No tengo correo. Era previsible. He probado en el Messenger y están los de siempre, pero sin contestar. He entrado en el facebook de Pachuco. Jajaja. Que mamón, lleva días publicando videos del Youtube. Por supuesto, nadie le ha escrito ningún comentario a ninguno. He mirado en la página esta donde suelo entrar yo, y lo mismo, todo el mundo hace días que no entra. Le he mandado un sms a Alberto para decir que prepare dos platos, que llegamos a la hora de comer.

Me he agenciado un cuaderno y un par de bolígrafos. Quiero escribir como hasta ahora cómo nos irán las cosas. Bien, acaba de salir este del baño.

Adiós.

jueves, 26 de noviembre de 2009

3 de noviembre de 2009. 18:52 horas

Menuda resaca el domingo pasado. Estuvimos hasta las tantas bebiendo. Creo que terminamos con las existencias del mueble bar. Además, una vez acabado el refresco, el resto nos lo bebimos mezclado con agua o con hielo; y alguna vez, a pelo. A la mañana siguiente me tomé un par de aspirinas y debí bebermec omo un litro de agua en media hora. A Pachuco le pasó algo similar, pero él bebió más. Total, el domingo no hicimos nada.

El lunes desayunamos. Decidimos prepararnos para la marcha. Decidir qué y cómo llevar lo que necesitásemos. Al final nos llevaremos agua, comida, ropa, armas y linternas (Pachuco se ha empeñado en que las necesitamos).

Llenamos las botellas de refresco que nos terminamos el sábado. Eran tres botellas de dos litros. No es mucho, pero si se racionan pueden durarnos, no se, unos cuatro días, o cinco. Más que de sobra para un trayecto en coche de una hora.

Recuerdo los inviernos de Mataporquera como fríos. Fríos y grises. En Hormiguera, seguro que la cosa no mejora. Como estos días aquí ha hecho calor, pues a mi me ha pillado con dos camisetas y una sudadera. No tengo más ropa. Hemos mirado los armarios y he cogido un abrigo de Pach. Me queda grande, pero no tengo otra cosa. Por suerte, tiene varios gorros de lana, pero echo de menos mi parka, donde guardo guantes, gorro de lana y braga para el cuello.

Nos llevamos las katanas, la barra de acero y un chuchillo de cocina. Nos llevaremos también el palo de la escoba. Nos puede servir para apartar al que nos espera abajo. Hemos pensado que mientras uno lo mantiene a raya, otro puede atizarle con la barra de acero en las piernas para que se caiga al suelo, y una vez allí, convertir su cabeza en gelatina. Ya veremos a ver qué sale de ese plan. Muy rápido y muy fácil nos ha parecido cuando lo hemos planeado. También hemos afilado las katanas. Hemos utilizado la piedra que se usa para afilar los cuchillos. No nos ha quedado nada bien. No creo que nos sirvan. Al menos, una manzana no la ha cortado como esperábamos cuando hemos hecho una prueba. Pero vamos, que las hemos afilado todo lo que hemos podido. Pachucho ha estado tres horas dando a la piedra esa. Yo no he aguantado tanto.

Ya escribí un poco más arriba que no veía lo de las linternas. Pues bien, no lo veía porque no hay linternas en casa.

De todas formas, no tenemos dónde meter todo lo que queremos llevarnos. Si vamos a estar una buena temporada fuera, necesitamos ropa. En casa solo tenemos la mochila que usa Pachuco para ir al gimnasio. Al abrirla ha dicho, “necesitaremos toallas”. Bien, más cosas para llevar, a ver si al final, vamos a tener que dar dos viajes para meter las cosas en el coche. Después de discutirlo, llevaremos una toalla. Y seguidamente, le he pregunté dónde llevaríamos todas esas cosas. Igual este es un buen momento para explicar el porqué del escándalo que se oye en todo el edificio. En el trastero, que está en el piso de arriba, hay linternas y más mochilas. Hasta una tienda de campaña si queremos.

En principio, coger el ascensor, subir, ir al trastero, coger las cosas y volver a bajar, no nos pareció nada del otro mundo. Hasta el día de hoy, no hemos visto a nadie rondando las escaleras. Hemos supuesto que todas las puertas estaban cerradas. Y así es. Lo que no hemos previsto, es que estos bichos son tan sensibles a los ruidos. Y el ascensor monta un escándalo de narices; y se nota aún más cuando todo el mundo está muerto.

Salimos de casa y cerramos la puerta. Llamamos al ascensor y ahí comenzó la fiesta. La hija del vecino de al lado, del que anda en la calle vagando, ha empezado a emitir ruidos guturales (no se cómo expresar el ruido que hacen al ¿hablar?), y a golpear la puerta de la calle. Nos ha dado un susto, que a mi, casi se me sale el corazón del pecho. Pach ha levantado la barra de acero y casi le da a la puerta. Él lleva la barra de acero, y yo las llaves. Si hay que dar a alguien, mejor que de él, que para eso es más grande y fuerte.

Nos subimos al ascensor y dimos al número cinco. A medida que subíamos, en cada piso, se repetía la misma historia que en el primero. Al llegar al quinto, nos entró el acojono. Se abrieron las puertas interiores, pero no abrimos la exterior. La puerta se abre hacia fuera, y estos zombi, según hemos descubierto, que es poco, como mucho, solo empujan, así que, al cabo de unos 20 segundos hemos caído en que si no se ha abierto, y nadie la golpea, es que no hay nadie detrás. Salimos al descansillo, giramos a la derecha, metí la llave en la cerradura y nos metimos dentro del trastero. Una vez allí, hemos buscado todo lo que necesitábamos. Otra mochila y una linterna. Eso si, sin pilas. Por curiosidad hemos mirado a ver si habría otra de estas barras, pero no hemos visto nada parecido. A los diez minutos, después de revolver todo el trastero, nos hemos vuelto a bajar al piso. Conseguimos una mochila y una linterna sin pilas.

Así que, llevamos desde ayer con un concierto de percusión que apenas nos ha dejado dormir en toda la noche. Después de comer, yo creo que del cansancio, me he quedado dormido en el sofá unas dos horas.

Ya tenemos todo casi listo para poder marchar. Mañana a primera hora, saldremos camino de Hormiguera. Nos levantaremos sobre las ocho, y esperamos salir a las nueve. Una hora para ducharnos, desayunar, y revisar todo antes de salir, creo que es suficiente. Eso si, pienso afeitarme, llevo sin afeitar una semana y pico, y no se cuándo podré volver a hacerlo. Comienza la era de los barbudos, jajaja.