jueves, 5 de noviembre de 2009

21 de octubre de 2009. 18:51 horas

Acabo de recibir un mail de Pachuco. Está en su casa. Al fin encuentro a alguien con vida. Le he respondido que voy para allá. Que esté atento para cuando llegue. Le he dicho que tardaré como una hora. Normalmente, tardaría unos diez minutos en llegar, pero no se qué es lo que me voy a encontrar de camino.

La cosa está complicada. Ya no queda nadie normal, la carretera está llena de zombies. La rotonda está igual, llena de coches, zombies y restos de gente. Hace una hora he visto a uno reanimarse. Estaba mirando por la ventana y me he fijado en uno que parecía que estaba muerto. Hace un par de horas lo atacaron tres personas, dos hombres y una niña. Vi cómo pasaba. Le arrancaron la mano, parte de la cara y el pecho. De repente, ha dado unos espasmos, se ha quedado quieto, y a continuación, se ha levantado. Ahora está andando en círculos alrededor de un coche.

No veo a ninguno en la zona frente a mi oficina. Aunque desde la ventana se vea la rotonda, hay una pequeña carretera delante de la puerta. Además, la rotonda queda a unos tres metros de altura. Hay una entrada a esta carretera desde la bajada que da a la rotonda. Esa es la buena noticia. La mala es que no veo mucho desde esta posición. La ventana queda en la esquina del edificio y no veo qué hay al otro lado, a la izquierda del mismo. A la derecha tengo buena visión, y no veo a ninguno desde aquí. De todas formas, es ya casi de noche y no puedo ver a mucha distancia ya.

Bueno, tengo que salir afuera, abrir el coche, entrar, arrancarlo, salir escopetado de allí, y llegar a los bloques del Primero de Mayo donde vive Pachuco. En lugar de ir por la autopista hasta llegar al Corte Inglés, voy a ir por la carretera paralela, donde están los concesionarios de coches. Desde la ventana, no veo que la carretera esté bloqueada. Aunque la cosa está jodida si lo está, porque solo hay un carril para ir y otro para volver, que queda al otro lado de las naves. Desde allí llego al Corte Inglés. Giraré a la derecha y el camino es todo recto hasta el Primero de Mayo. Solo que da pasar una rotonda y entrar en el barrio. Fácil. Por los cojones es fácil.

Al menos funciona internet.

Bueno, me marcho.

21 de octubre de 2009. 14:25 horas

No creo que vaya a comer hoy a ninguna parte. He bajado todas las persianas. No quiero que nadie sepa que estoy aquí. He bajado abajo y he cerrado la puerta. Al menos, la puerta tiene cerradura de seguridad.

Al rato de marcharse Sergio he mandado un correo a la gente que tengo en el Messenger y a la gente de la que se me su dirección. Como me temía, ninguna respuesta. Los periódicos no han cambiado ninguna noticia desde esta mañana. La verdad no se si es desde esta mañana o desde ayer, porque esta mañana no los miré.

Me dio por llamar a todos mis contactos del teléfono. Empecé por mis amigos, y al ver que no contestaba nadie, seguí por la gente que hacía tiempo que no llamaba; hasta terminar llamando a mi jefe y todo. No he podido hablar con nadie. Con algunos no había línea, otros tenían el teléfono apagado y otros no contestaban. Nada. Parece que me he quedado solo en el mundo.

Se que no estoy solo porque desde la ventana veo coches que llegan a la ciudad. Los que intentan subir camino de Valdecilla, se quedan atrapados en la rotonda, y los que pasan debajo del túnel que hay bajo la rotonda, avanzan mas, pero con dificultades. He visto un coche que ha dado la vuelta y ha salido a gran velocidad hacia la salida de la ciudad. Alguno lo ha seguido, y a la altura donde está el concesionario de Nissan se han dado dos un golpe de la leche. Uno de ellos ha quedado con medio coche encima de la mediana y el otro medio encima de un coche que estaba allí intentando entrar. El otro se ha dado contra el lateral de la derecha y ha dado un par de vueltas hasta quedar quieto. No he visto salir a nadie de ninguno de los tres coches. He visto gente que salía de los coches a ayudar, pero se han vuelto a sus coches y se han encerrado.

Estoy dado de alta en una de esas redes sociales que hay ahora. No importa el nombre del sitio ahora mismo. El caso es que hace unos días conocía a una chica, bueno, más que conocer, ha sido como un “hola” durante varios días, hasta que me debió de responder para que la dejara tranquila, jaja. Pero bueno, hemos hablado alguna que otra vez. No trabaja en España, trabaja en la embajada de un país del norte de África. La cosa es que me dio por entrar a mirar y estaba conectada. La conté lo que estoy viendo aquí. Y he aquí mi sorpresa y mi asombro. Esto que pasa aquí, también pasa allí. Han cerrado la embajada. Unos empresarios del país andan muy enfadados porque no se les deja salir de la embajada. En la puerta hay militares fuertemente armados. Me ha dicho que el aeropuerto está cerrado, y que se tenía que marchar. Después de eso. No ha habido más respuestas. Al rato ponía en su estado que no estaba conectada.

Os preguntaréis porqué he decidido cerrar la puerta, bajar las persianas, apagar las luces y no ir a comer. La gente se ha vuelto loca. Así. Como un cencerro. Tolón-tolón.

No lo quiero decir, pero acabaré haciéndolo.

Estaba mirando páginas en Internet, cuando he oído gritos por la parte de atrás de donde estoy sentado. Me he asomado a la ventana y he visto gente correr. Algunos coches han girado y han empezado marcharse. He visto como un cabrón, atropellaba a una persona. Y a un hijo de puta pasarla por encima después. Los he seguido con la mirada cuando pasaban por debajo de la otra ventana, y uno de ellos casi se choca con uno de los coches que se dieron el golpe antes.

He visto a gente en bata y con ropas de médicos, o enfermeros, da igual, atacar a la gente que había salido de los coches. Incluso he visto a uno salir de un coche y atacar al que estaba en el coche de al lado.

Ahora mismo ya no queda nadie normal, el que no ha podido salir corriendo, ha sido atacado por ellos.

Joder, he visto demasiadas películas para ignora lo que acabo de ver. Joder, son putos zombis.

21 de octubre de 2009. 12:55 horas

Se ha ido. Sergio se ha marchado a Ramales hace diez minutos.

Me adelanto. Voy a contarlo cronológicamente. Va a ser lo mejor. Aunque estoy un poco alterado y no tengo aún las ideas claras.

Llevamos horas hablando de la situación ye he contado lo que me pasó anoche. En el piso que tienen alquilado Sergio y su hermano también hubo movimiento. Pero tampoco se ha alarmado. Le sorprendió tanto movimiento y eso, pero nada del otro mundo. Dijo que algo habría pasado, cuando empezó a oír tantas sirenas.

De todas formas, hoy es un día raro. No ha llamado nadie de fuera. Damos soporte de un programa a otras empresas, y suelen llamar para que les resolvamos dudas y demás. Pues hoy, nada, ni una sola llamada. Han desaparecido todos. Bueno, por otro lado no los echo de menos. Por un día que estemos tranquilos, no nos va a pasar nada. De Sonia no sabemos aún nada. Ninguna llamada, eso si que es raro. Suele llamar para preguntar alguna cosa. Tampoco nosotros hemos llamado allí. Por mi parte, hoy todos los procesos que se hacen por la noche han ido bien.

Al terminar de contarle a Sergio todo lo que me pasó anoche, ha cogido el móvil y ha llamado a su novia. Pero no le ha cogido el teléfono. Ha dado tono, pero no lo ha cogido. Lo ha intentado ya cuatro veces. No hay respuesta de ella. Se ha empezado a preocupar. Le calmé diciendo que se habría dejado el teléfono en casa, que lo intentara a la hora de comer, que seguro que le llama ella cuando vea tanta llamada.

En fin. He llamado de nuevo a mis padres. Tampoco han cogido el teléfono. He llamado al hospital para preguntar. Me ha llevado media hora de intentos. Y cuando digo media hora, es media hora dando al botón de rellamada. Menos mal que el teléfono que tengo en mi mesa tiene la función de manos libres. Pero vamos, no me ha servido de nada. Se ha puesto una persona que no ha sabido decirme nada, y lo único que me ha quedado claro, es que hay allí mucho ruido. Después de eso, se ha perdido la llamada. Lo he intentado un par de veces mas, pero ya no he tenido tanta suerte.

Pensé en acercarme. Pero he desistido. Desde mi trabajo tengo una vista a la rotonda de la Marga por la parte de delante, pero detrás, tengo justo a mi derecha una ventana desde donde veo parte del hospital. Pues bien. Si cuando llegué esta mañana a trabajar, estaba bloqueada la subida de la cuesta, pero podías dar vueltas a la rotonda que queda justo debajo del hospital, ahora veo que han movido la barricada, y ya no se puede entrar en la rotonda.

Como no se nada de mis padres, he intentado llamar a casa. Joder, el mismo puto resultado. Llamo, pero nadie coge el teléfono. He llamado al teléfono de mi hermano. Se que está encendido porque lo usa como despertador, pero tampoco coge el teléfono. Ya me empecé a mosquear y bien. Resulta alarmante hasta qué punto nos hemos echa esclavos de la tecnología. O mejor dicho, de las comunicaciones. Hace veinte años, si no contactabas con alguien ahora, no te preocupabas, llamabas después, y no pasaba nada. Ahora, lo queremos todo ya.

He ido a contarle a Sergio que no he podido contactar con mis familiares. Aún sigue mosca por no poder hablar con Estíbaliz. No me he podido resistir. Me he puesto muy serio y le he dicho “Sergio, se ha ido con otro, y no quiere saber nada de ti. A mi me pasó igual que a ti”. No pude aguantar serio ni cinco segundos después de decirlo. Me ha salido una carcajada. Y claro, se ha mosqueado conmigo. Que sensible es este chaval a veces para las bromas. A lo que vamos. Le he contado la historia. Entonces, ha cogido el teléfono y ha llamado a su casa. Después de tres intentos por saturación de línea, Movistar ha tenido a bien realizar la llamada.

Su madre fue quien contestó al teléfono, le dijo que ha intentado contactar con él varias veces durante toda la mañana, pero que la fue imposible. Resulta que esta mañana, sus padres han salido a trabajar como todos los días. Y al parecer, uno del pueblo le ha atacado a su padre. Le ha mordido en la mano y arañado en el brazo. Estaba como rabioso. Se lo quitó de encima y salió corriendo. Según cuenta, tenía la cara y la camisa manchada de sangre. Tenía pinta de haberse dado un buen golpe. El caso es que fue al centro de salud de Ramales, y allí le vendaron la mano, le dieron un parte de baja y lo mandaron para casa. Y desde hace unas horas, se ha empezado a encontrar mal.

Después de tan malas noticias, Sergio ha cogido y se ha marchado al pueblo. Tampoco ha conseguido hablar con su hermano, que estaba en la universidad. Dice que lo llamará de camino.

Así que, aquí estoy. Solo en la oficina, sin nada que hacer, y sin saber nada del mundo. Voy a intentar contactar con alguien a ver.