jueves, 4 de noviembre de 2010

Diario de Amira, 2 de noviembre de 2009. 22:10 horas

Han determinado que no salgamos al exterior nada más que lo imprescindible. Me paso las horas sin hacer nada. A las nueve de la noche, nos encierran en las habitaciones. He encontrado velas y un mechero, con lo que puedo escribir por las noches; y aunque nunca me ha interesado la lectura, he cogido un libro de la biblioteca y lo llevo conmigo a todas partes. Se llama la isla del tesoro. Apenas llevo treinta páginas. Leo despacio y me distraigo con cualquier ruido, pero me mantiene entretenida.

Silvia no sale de su habitación. Al principio los militares se turnaban para llevarla comida, pero desde ayer nadie lo hace. Así que me he asignado la tarea. Llevamos días comiendo comida enlatada. Es lo único que hay, la comida fresca se ha echado a perder. Comparto mi comida con mi precioso gato, aunque a la hora de darle de comer también compartí un poco la de Silvia. No come mucho y siempre deja algo. Abdulhakim se pasa el día rezando. Ha encontrado una habitación pequeña y allí se pasa las horas. Apenas se relaciona con nadie. Nos saludamos cuando nos vemos en el comedor, pero nada mas. Sobre Luis, el embajador, apenas lo veo tampoco. Se pasa el día en un despacho con el Capitán. No tengo ni idea de lo que harán, pero supongo que intentar comunicarse con alguien de alguna manera. El resto de soldados, bueno, los otros tres que quedan se pasan el día haciendo guardias. Se suben a las torres y otean el horizonte. No cuentan nada de lo que hay al otro lado de los muros. Parece que aquí estamos a salvo. Quizás esperan que seamos rescatados por alguien.