martes, 27 de octubre de 2009

21 de octubre de 2009. 03:13 horas

Me acaba de despertar mi padre. Mi madre se encuentra muy mal y quiere que la lleve al hospital. Ahora mismo se están preparando para marchar, y como tardarán un poco, aprovecho para escribir esto. Al final tengo que llevar a mi madre y a mi padre, que tenía una cara casi peor que mi madre. Mi hermano se ha quedado en la cama. Lo he avisado de que les llevo al hospital, le he preguntado si quería venir, y ha dicho que no.

21 de octubre de 2009. 08:33 horas

Lo de anoche fue la hostia. Llegamos a Valdecilla y estaba aquello como si regalasen dinero. Me fue imposible entrar con el coche a urgencias y tuve que aparcarlo en la bajada de la plaza de toros, allí, de cualquier manera. Como otros cuarenta o cincuenta coches.

Antes de anda, decir que el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, está formado por un conjunto de edificios dentro de un recinto. Deben ser como una docena de edificios, y alguna zona esta amurallada, como la parte que da a la calle Jerónimo Sainz de la Maza, que es desde donde se accede a urgencias.

Como pudimos, llegamos andando hasta la entrada al recinto. Había en la entrada una barrera improvisada y varios policías, solo dejaban pasar a las ambulancias. Había ya personal sanitario esperando a los pacientes. Muchos enfermeros y enfermeras, médicos; y sobre todo gente de uniforme. Policías locales y nacionales. Nada mas llegar, dos enfermeros con sillas de ruedas sentaron a mis padres. Al ir tras ellos, un policía me agarró del brazo, me echó hacia atrás y me dijo que no podía pasar. Insistí, diciendo que eran mis padres, y en un tono amenazante, me dijo que me marchase para casa y esperase noticias allí.

Me quedé fuera mirando cómo los llevaban dentro. Lo que pude, claro, porque hay unos doscientos metros desde donde yo estaba hasta la entrada de urgencias, y el camino no es totalmente recto, así que, a los cien metros, los perdía de vista entre tanta gente. A unos los llevaban en camilla y a otros en silla de ruedas.

No estaba solo mirando desde fuera, aquello estaba casi como un concierto y paraba de llegar gente. Me fijé que en la carretera, dentro del recinto del hospital, había tiendas de campaña. Más que tiendas, eran carpas. Entraba y salía gente con trajes de esos blancos con el gorro ese con un visor. No recuerdo ahora el nombre. Pero son de esos herméticos.

La gente estaba muy nerviosa. No dejaba de llegar gente. A medida que llegaban más personas, llegaban más policías para contenerlas. Al rato de dejar de ver a mis padres, me marché de allí. Me costó llegar a casa como una hora. En un trayecto que normalmente se tardan menos de diez minutos.

El resto de la noche no pude dormir. Los vecinos de al lado no paraban de hacer ruido, y las sirenas no me dejaban dormir tampoco. Así que, a las cinco y pico me levanté y me puse a jugar al ordenador hasta que sonó el despertador. Me vestí, y me vine para acá. Dejé a mi hermano durmiendo tranquilamente. Y llamé a mis padres a ver qué me contaban, pero no me cogieron el teléfono. Lo volveré a intentar cuando acabe de escribir esto.

Para llegar hoy al trabajo, suelo bajar por la misma calle donde estuve anoche. Imposible, la calle estaba cortada a la altura de Cuatro Caminos. Había una barricada hecha con coches de policía. No dejaban ni subir ni bajar. Seguí para ver si podía bajar por la siguiente calle, la que queda al otro lado del hospital, pero nada, también cortada. He tenido que ir hasta Peñacastillo, para desde allí, volverme, llegar a la rotonda que queda debajo del hospital y bajar hasta la oficina. He visto otra barricada en la parte de abajo que impide subir por las dos calles. El hospital pareciera que estuviese en cuarentena.

Y bueno, hoy no ha atasco. Pocos coches se ven. Ahora mismo, estoy con Sergio. Sonia ha ido directamente a la otra oficina, tenía cosas que hacer allí. Voy a contarle a este lo que pasó anoche.

20 de octubre de 2009. 16:45 horas

Acabo de hablar con mi padre y me ha dicho que están de vuelta a casa. Al parecer, en Valdecilla le han dado a mi madre unos antibióticos y la han mandado para casa. Le he preguntado que han tardado muy poco, que para ser urgencias, menos de una hora. Es todo un récord. Me ha dicho que había enfermeros atendiendo directamente en la sala de espera y en los pasillos. Y que había mucho movimiento de gente en camillas. Ha visto como se llevaban a dos personas en camilla de las que estaban en la sala de espera. Estaban inconscientes. Al salir estaba aquello lleno de ambulancias y de coches. Han cogido un taxi de casualidad. Porque se han subido en uno del que se acababan de bajar dos personas. La verdad, es que desde mi sitio, he oído varias sirenas de policía y ambulancia. De hecho, he visto varias pasar.

20 de octubre de 2009. 17:12 horas

Acabo de hablar con Sergio. Le he contado lo que me ha dicho mi padre y ha llamado él su a casa. Dice que en Ramales pasa exactamente igual. Hay gente que se había vacunado en el centro de salud, y la han tenido que llevar al hospital comarcal de Laredo. No han visto muchas ambulancias, la gente ha tenido que llevar a sus familiares en sus propios coches. Es normal, al ser una zona llena de pueblos, las ambulancias estarán desbordadas y no habrá suficientes.

Hemos mirado las noticias y la cosa parece que se pone bastante fea. Los hospitales están colapsados y desde el gobierno, han dicho a la población que no se acerque a los hospitales si no es un caso de extrema urgencia.

En la rotonda de La Marga hay un atasco de la leche, los tres carriles están llenos de coches. Hay un atasco para entrar a la ciudad bastante interesante. A ver ahora cómo llego yo a casa. Hay un coche de la policía nacional también atascado, con las luces y las sirenas puestas. Jajaja, solo le falta ponerse a pitar como un idiota de los que están atrapados. ¿No se da cuenta de que el resto de coches no está ahí por gusto, y que pitar no sirve de nada?

20 de octubre de 2009. 22:34 horas

He terminado de cenar hace un rato y quería escribir sobre lo que he visto en el telediario. Han hablado de graves disturbios en Francia. En París ha entrado el ejército ante la imposibilidad de la policía de controlar la situación. He visto tanques por las calles. Según han dicho, es por seguridad, al parecer ha habido un ataque terrorista y hay varios muertos. Después, mi padre ha cambiado de cadena para ver el fútbol. Me he quedado con las ganas de saber qué es lo que pasaba. Es mejor ver a cuatro millonarios dar patadas a un balón. Que asco de país. Pan y circo.

Mi madre sigue fastidiada; y mi hermano tampoco tiene buena cara. Ha llamado a su trabajo para decir que mañana no irá a trabajar, su jefe le ha dicho que no será el único, otros dos compañeros tampoco irán mañana. Mi padre, aunque no diga nada, tampoco es que tenga buena cara.

Estoy oyendo toser a los vecinos de al lado desde mi habitación… Esas paredes son de papel. Yo me encuentro bastante bien. Parece que pasé ya la gripe. No se si la A, o la B, pero algo he pasado. Y no o imagináis cómo me alegro. Mañana a las doce, o a las once, ya no me acuerdo, tendría que ir a pincharme. Pues no me da la gana.

He mirado por Internet, y lo que ha pasado en Francia, también ha pasado en más países. Al parecer, la vacuna no es todo lo eficaz que debiera, o el virus es mucho más fuerte de lo que se esperaba; o ambas cosas a la vez. Me parece que alguien se va a quedar sin trabajo. He visto un video donde salía gente en bata de un hospital, había gente corriendo. Uno le estaba dando a otro una paliza, y era el sano quien la recibía del enfermo. Vaya movida. Ya vuelvo a escuchar ambulancias, bueno, sirenas. Quiero creer que sean ambulancias y no policía.

Mientras escribo esto, estoy por el Messenger hablando con un par de amigos. La misma situación que hay en mi casa, pasa en la de uno de ellos. El otro vive solo, aún así, oye a sus vecinos, y la cosa no parece estar mejor. He quedado mañana con Pachuco para ir al cine a ver una peli. Esa de District 9. A ver qué tal está. Supongo que bien.

Bueno, voy a leer un rato y luego a dormir.

20 de octubre de 2009. 08:45 horas

Si por la tarde hace un calor que te mueres, a primera hora, hace un frío del carajo. De puta madre.

Hoy van mis padres y mi hermano a vacunarse a las nueve de la mañana. Me imagino que allí estarán los tres ahora mismo. Estará aquello lleno de gente. Ya me estoy haciendo a la idea. Bah!, paso de pensar en ello. Mierda. Alguien llama al teléfono.

20 de octubre de 2009. 12:33 horas

Acabo de recibir un sms del amigo que tengo que trabaja en el centro de salud en Torrelavega. Dice “No se te ocurra vacunarte. Algo tienen estas vacunas”. Joder, que drástico. ¿Qué coño tienen? ¿Virus?, jajaja.

He llamado a mis padres para decirles lo que me acaban de mandar. Demasiado tarde. Ya se han vacunado. Ellos y como media ciudad más, al parecer.

20 de octubre de 2009. 15:55 horas

He llegado tarde a trabajar. Mi madre no se encontraba bien y he tenido que llevarla a urgencias. Ya la he dicho yo que sería una reacción a la vacuna, pero aún así, como está operada del corazón, ha querido ir. Pues nada, allí la he dejado con mi padre. Mi hermano se marchó después de vacunarse y allí sigue.

He leído los periódicos estos que suelo mirar en Internet. Algo no está saliendo según lo previsto. En la cabecera solo se habla de la fuerte reacción a la vacuna en toda la población. Están los hospitales colapsados. Si es cierto que a la hora de entrar a Valdecilla, aquello estaba lleno de coches y de gente, pero como llegaba tarde, no me he quedado a ver qué pasaba. Voy a llamar a mis padres a ver qué me cuentan.

19 de octubre de 2009. 15:50 horas

He llegado a nuestra nueva oficina hace veinte minutos. Ahora mismo, tengo una vista privilegiada a la rotonda de La Marga, es a una de las entradas a Santander. Por las mañanas puedo ver los atascos, y a los agentes de movilidad parados cual señales de tráfico. Esta mañana, sin ir más lejos, ha estado uno una hora de reloj sin moverse hasta que ha llegado un compañero suyo. Después, este compañero se marchó, y él se quedó de nuevo en plan señal de tráfico.

Cuando he ido a comer, he visto que tenía una carta de mi centro de salud en la que me dicen que el miércoles a las 11 horas debo pasar a ponerme la vacuna de la gripe A. A mis padres y a mi hermano también les ha llegado la carta, pero para el martes. Yo tengo un médico diferente a ellos. Me cambié hace tiempo. Les he dicho que no iba a ir y he estado discutiendo en casa. Ellos, al menos mis padres, porque mi hermano hasta la tarde no llega a casa, si irán. Les he contado lo que creo saber del tema, más no puedo hacer. Ellos verán. No se si el tipo que fue este fin de semana a ponerse la vacuna, al final se la puso o no. No tengo ni idea. Lo que si se, es que ha habido bastante gente.

En esta oficina hace un calor de mil demonios, no hay quien pare. Ahora mismo solo estamos dos. Javi está de vacaciones y Sonia está en nuestro antiguo lugar de trabajo, porque aquí no podía hacer nosequé. No la he escuchado. Estaba metido en lo mío cuando me lo dijo esta mañana. Así que, aquí estamos. Sergio ha puesto el aire acondicionado. Yo paso, que me sienta bastante mal.

19 de octubre de 2009. 13:33 horas

No he escrito nada este fin de semana. Es lo que tiene salir hasta las tantas, que al día siguiente, no te apetece ni vivír. Y yo, este fin de semana, he salido. El sábado fue mi cumpleaños. He superado en dos años la edad del hijo del dios de la religión cristiana. ¿Y qué he hecho con mi vida todo este tiempo?, pues poca cosa, la verdad. No recuerdo qué hice hace diez años en mi cumpleaños. Podría decir que salir a mamarme por ahí. Eso seguro. Lo dicho, nada que merezca la pena ser recordado.

Hoy es lunes y estoy en nuestras nuevas oficinas. ¿Porqué nos sacaron de la otra empresa?, pues no tengo ningún miedo a decir que fue “gracias” a los delegados de UGT. En lugar de hacer que nos contrate la empresa que nos subcontrató, prefieren echarnos y no vernos allí. No deja de ser curioso. Paso de escribir más. Que me pongo de mala hostia.