
Milagrosamente, aún seguimos con vida. Las comunicaciones con el exterior no existen. Estamos sitiados. Hace un calor sofocante y no podemos abrir las ventanas. El olor que entra del exterior es nauseabundo. Huele a podredumbre y muerte mezclado con el olor fuerte a tierra quemada.
El incendio no nos alcanzó. Derribó un edificio, que a su vez, calló sobre otro, y se creó un cortafuegos, pero parte de la cuidad ha sido consumida por las llamas. Hoy no hemos oído ningún ruido del exterior. Creemos que cada vez quedamos menos gente viva, y los que quedamos, no nos atrevemos a salir de nuestros refugios.
Estos días hemos aguantado gracias a que los militares han traído comida de una tienda de alimentos que se encuentra a uno de los lados de a la embajada. Han saltado desde una ventana y con rapidez han traído toda la comida que han podido. Repitieron la operación tres veces. Ahora tenemos abastecimiento para unos días. Pero tenemos claro que así solo vamos a prolongar nuestro sufrimiento.
Tengo que compartir mi comida con Albaricoque, ya que se han negado a darle su parte de comida. Me da pena por él. No sabe que su vida ya no volverá a ser la de antes.
Se ha hablado de la opción de ir al aeropuerto a esperar al avión de rescate. Otros opinan que lo mejor es quedarse aquí, y aguantar a que la situación mejore. Personalmente creo que la cosa no va a mejorar. Aunque ya no hay tantos en la puerta, si vemos que cada vez hay más por los alrededores. Esta tarde he subido a la azotea y he podido comprobar que cientos de resucitados vagan por los alrededores de la embajada. Le he tirado una piedra a uno y en el lugar donde ha caído se han reunido un grupo de seis o siete. Está claro que el ruido los atrae, así que, se ha prohibido dispararles con armas de fuego.
Llevo días sin cambiarme de ropa. Lo estoy pasando realmente mal.
El incendio no nos alcanzó. Derribó un edificio, que a su vez, calló sobre otro, y se creó un cortafuegos, pero parte de la cuidad ha sido consumida por las llamas. Hoy no hemos oído ningún ruido del exterior. Creemos que cada vez quedamos menos gente viva, y los que quedamos, no nos atrevemos a salir de nuestros refugios.
Estos días hemos aguantado gracias a que los militares han traído comida de una tienda de alimentos que se encuentra a uno de los lados de a la embajada. Han saltado desde una ventana y con rapidez han traído toda la comida que han podido. Repitieron la operación tres veces. Ahora tenemos abastecimiento para unos días. Pero tenemos claro que así solo vamos a prolongar nuestro sufrimiento.
Tengo que compartir mi comida con Albaricoque, ya que se han negado a darle su parte de comida. Me da pena por él. No sabe que su vida ya no volverá a ser la de antes.
Se ha hablado de la opción de ir al aeropuerto a esperar al avión de rescate. Otros opinan que lo mejor es quedarse aquí, y aguantar a que la situación mejore. Personalmente creo que la cosa no va a mejorar. Aunque ya no hay tantos en la puerta, si vemos que cada vez hay más por los alrededores. Esta tarde he subido a la azotea y he podido comprobar que cientos de resucitados vagan por los alrededores de la embajada. Le he tirado una piedra a uno y en el lugar donde ha caído se han reunido un grupo de seis o siete. Está claro que el ruido los atrae, así que, se ha prohibido dispararles con armas de fuego.
Llevo días sin cambiarme de ropa. Lo estoy pasando realmente mal.