sábado, 13 de marzo de 2010

23 de noviembre de 2009. 15:09 horas

Cinco días hace que no escribía nada. La verdad, es que no he tenido ni tiempo ni ganas. A parte de que no hay nada emocionante que contar. Hemos encontrado un muro, con un pequeño techo, de lo que en su día fue una casa, supongo que de pastores. Aquí hemos pasado la noche.

No tengo ni idea de dónde andamos. Nos guiamos por el sol. Nos fijamos por donde sale el sol, nos ponemos con el sol a la izquierda, y empezamos a andar en lo que creemos que es una línea recta. A veces tenemos que girar porque nos encontramos casas. Yo creo que en ese momento perdemos el rumbo.

Lo mejor han sido estos tres últimos días. No hemos visto el sol, y para más emoción, se ha puesto a llover. Debe ser gracioso ver a dos idiotas cargados con mochilas y abrigos en mitad del monte, mientras llueve, intentando taparse con un paraguas.

Necesitamos asaltar una casa o una tienda. Acabamos de terminar la última lata de atún que nos quedaba y el agua nos lo terminamos anoche. Hemos intentado coger agua del rocío, pero no tenemos ni idea de cómo se hace. Si al menos, tuviésemos Internet, habíamos mirado cómo se hace. Nos hemos bebido el aceite de la lata pensando que algo de agua tendía. Aunque, lo mismo cogemos una cagalera de aupa. A saber. De todas formas, ha sido algo asqueroso.

Salimos ahora, tenemos dos horas para encontrar una casa si no queremos empezar a pasar sed y hambre.

jueves, 11 de marzo de 2010

18 de noviembre de 2009. 08:21 horas

Al final, hemos estado otro día más aquí. Ayer tenía aún el tobillo un poco tocado, pero hoy, ya no lo tengo inflamado y puedo andar sin cojear. Así que, dentro de un rato partimos. Pachuco ha ido a leer una revista detrás de un arbusto. Me encantaría hacer lo mismo, pero la verdad, si no estoy en casa, es como que me cuesta. Este me dice que tengo que cambiar el chip, pero, ¡coño!, que cuesta. No quiero ni saber cómo va a limpiarse el ojete, porque papel higiénico, no tenemos. ¡Bah!, la naturaleza es sabia. Eso espero…

Bueno, hemos repartido lo que poseemos en dos mochilas que llevaremos a nuestra espalda. Básicamente, llevamos agua y comida en ellas. La ropa y las armas las llevamos puestas. Ahora es cuando me maldigo por no haber cogido la tienda de campaña que había en el trastero de la casa de Pachuco. A ver dónde pasamos la noche. No tenemos ni un triste mechero para hacer fuego. Voy a mirar en la guantera del coche. Nunca se sabe.

Pues no, no hay nada. Siempre podemos usar el mechero del coche para encender una antorcha y marcharnos de allí con el “fuego puesto”, como los hombres primitivos, pero creo que no lo vamos a hacer.

Ah!, lo que se me olvidaba contar, también nos llevamos un paraguas que había en el maletero. Aún no lo ha hecho, pero lloverá. Lo raro, es que en este mes, no lo haya hecho ya.

Bueno, vamos a partir. De entrada, nos toca subir una montaña. Somos unos tipos afortunados. Nunca fui con Eneko al monte a dar una vuelta y ahora me voy a hartar.

martes, 9 de marzo de 2010

16 de noviembre de 2009. 23:42 horas

Estoy de guardia mientras Pachuco duerme. No se si duerme o no, pero debiera hacerlo, porque a las tres de la mañana lo pienso despertar. Es una noche fría. El invierno llega y se empieza a notar.

Hemos decidido pasar la noche en el coche. Y seguir mañana a pie. Estas horas sentado y con el pie en alto me están haciendo bien, porque empieza a dolerme menos. La verdad, es que ahora que lo pienso, hacer guardia no tiene mucho sentido. Está el cielo nublado y no se ve la luna, con lo que no se ve absolutamente nada. Solo se oye el canto de algún que otro cárabo y el movimiento de algún animal, lo que produce que el corazón empiece a bombear sangre de forma acelerada y me altere.

Sobre las ocho, cogeremos todo lo que podamos y saldremos hacia el sur. No es una línea recta, pero si seguimos ese rumbo, tarde o temprano encontraremos Reinosa. De todas formas, intentaremos encontrar un medio de transporte.

Callado está dicho, que, mientras vayamos a pie, se acabó lo de acercarse a pueblos y concentraciones de casas. De todas formas, esperaremos a que esté recuperado completamente. Si hoy pasamos la noche sin ningún contratiempo, nada nos puede impedir pasar otro día más. Aunque también es cierto, que un día más aquí, puede ser interminable por culpa del aburrimiento.

domingo, 7 de marzo de 2010

26 de noviembre de 2009. 6:12 horas.

Me he sentado cinco minutos y parece que me he tranquilizo. Entre los Redbull y el ruido que montan los zombis, no hay quien tenga cinco minutos de calma. Como contaba antes, temíamos que con el follón que montamos antes apareciesen más. Pues bien, ahora tenemos una auténtica jauría ahí fuera. No los vemos porque es de noche, pero los oímos. Además, para mas INRI, se ha puesto a llover. Esperemos que la lluvia no afecte a nuestro plan. No nos interesa.

Ninguno de los dos sabemos, exactamente, para qué se utilizaban, los productos químicos que almacenaban en esta casa. A saber, lo mismo hubiesen podido servir para limpiar suelos, que para crear una bomba atómica. Lo importante, es que después de pensar y pensar, y buscar y rebuscar, vimos que en los bidones de plástico del garaje, tenían una pegatina con el simbolito ese romboide en color rojo y una llamita. Si, ese que suele significar “inflamable”.

Bien, si es inflamable, se puede prender fuego. Y si se prende fuego, igual podemos incendiar a los zombis. Digo yo, que si se queman, también lo hará su cerebro, y dejará de funcionar.

Hemos cogido unos cuantos de los bidones de 2 litros, y hemos ido a la parte trasera de la casa a intentar prenderlos fuego. También hemos cogido una sábana, mecheros y velas que hemos encontrado en un cajón. Además, tenemos la pistola.

La primera ocurrencia que hemos tenido ha sido la de echar un poco del producto este al suelo y echarle un trozo de tela incendiado. Nada, la sábana se apagó. Eso lo intentamos varias veces. Pensamos en pegarle un tiro a la botella. Pero nos pareció algo tan sumamente idiota, que ni lo intentamos. Después de probar todo tipo de tonterías, intentamos a hacer un cóctel molotov con el liquidillo este. Cogimos un botellín de cerveza que tenían en el garaje, lo rellenamos, le pusimos “la mecha”, lo encendimos y lo lanzamos contra la pared de la casa. Premio.

Ya tenemos plan y cómo ejecutarlo. No vamos a esperar mucho más. En cuanto amanezca, atacaremos. Ya tenemos todo preparado. Tenemos fuera nuestras mochilas y hemos sacado todos los bidones que hemos podido. También tenemos preparados cócteles con todas las botellas de cristal que hemos encontrado en la casa. Empezaremos lanzando bidones con el tapón abierto para que el líquido se vaya expandiendo. Al alba esto va a parecer Vietnam. Ese es el plan.