jueves, 3 de junio de 2010

Diario de Amira, 22 de octubre de 2009. 07:30 horas

La situación es desesperada. No consigo quedarme dormida. No se cómo mi compañero puede haberse quedado dormido sentado en la silla y medio tirado en la mesa; y no es el único. Tampoco he comido nada desde ayer.

El avión que dijeron que llegaría ayer por la mañana, no lo ha hecho. He hablado con el embajador. Me ha dicho que la última vez que habló con el ministerio, dijeron que el avión había salido a su hora. Pero primeramente iba a pasar por El Cairo a coger al personal de allí, y que después vendrían hacia Trípoli. El plan era recoger a todo el personal de las embajadas de los países del norte de África.

Me he pasado la noche mirando por Internet. Lo que sucede aquí, sucede también en el resto del mundo. Nada se sabe de los que marcharon al desierto. Ya no hay comunicados oficiales. No hay ruido en las calles. Ayer aún se oían el ruido de disparos y de coches, pero ya no. Hace horas que la capital de Libia es un enorme cementerio viviente.

Los militares hacen guardia. Están colocados encima del edificio. Durante el día de ayer, se dedicaron a disparar a los resucitados, pero seguían sin morir. Han descubierto la forma de matarlos definitivamente, pero eso nos ha costado el que ahora la embajada esté rodeada de seres intentando entrar; y no ha munición para todos. Parece, que de momento, la puerta principal aguanta el empuje de estos seres. Pero no tiene pinta de estar diseñada para aguantar el peso de tanta gente empujando.

0 comentarios:

Publicar un comentario