martes, 26 de octubre de 2010

Diario de Amira, 31 de octubre de 2009. 14:50 horas

Estoy en una base del ejército, ya en España. No he asumido aún mi situación actual, aunque por aquí hay gente que parece que sabe lo que hace. El viaje fue rápido, del miedo que tenía no pensé en el miedo que tengo a volar.

Nos hemos acomodado en la base, la verdad es que es un sitio grande y amurallado. Al menos la zona que he podido ver. Ahora mismo solamente estamos los que vinimos de Trípoli. Al llegar nos dijeron que nos quedásemos en el avión, aquí permanecimos casi un día entero mientras los militares exploraban la zona. No encontraron a nadie. Parecía como si, apresuradamente, hubieran salido todos a una acción militar. Las mesas estaban con papeles sin recoger, faltaban multitud de vehículos, armamento y aviones. Por supuesto, las comunicaciones, ni si quiera las militares, funcionaban. No había luz eléctrica. Al parecer, los generadores se agotaron debido a que las dependencias tenían la calefacción puesta. Y en la calle hace mucho frío.

Hay un escudo con un león y unos aviones en el centro de la plaza, cerca de la entrada al edificio principal. El texto “no se rendirme” reza debajo.

Comparto habitación con Silvia, la monja. No habla desde que salimos de Trípoli. Por las noches la oigo llorar. Oírla me hace llorar también.

Tengo a Albaricoque suelto por la habitación, pero cuando salgo fuera, lo ato a una cuerda que he encontrado. No se gusta, pero no quiero que ande por ahí solo.

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